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La Fuga del Rayo Incidente

En física, el rayo incidente es aquel que choca o impacta sobre una superficie traslucida provocando efectos ópticos y transformando la percepción de las cosas. Por ejemplo, los rayos que el sol emite inciden en la superficie terrestre creando la ilusión del día y la noche. En La Fuga del Rayo Incidente utilizamos como metáfora el carácter revolucionario de aquellas radiaciones y así encendemos un dialéctico análisis acerca de aquellos puntos de fuga que se producen en contextos históricos globales desprendiendo una incidencia en el imaginario político universal.

Continuamos nuestro recorrido y nos sumergimos en una insipiente nube roja. Otro de los tópicos recurrentes en este laberinto de espejos tornasolados, está relacionado con las operaciones simbólicas implícitas en los modelos de representación del Estado, y su función en los procesos de construcción social de identidad. Aquí queremos hacer énfasis sobre otras experiencias que atañen a los efectos de las transiciones entre modelos representativos y distributivos: el caso particular de Rusia durante la disolución de régimen de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) durante la Perestroika, también denominada como un modelo de apertura a la “democracia y el libre mercado”. Quizás estas referencias, aparentemente distantes, nos ayuden a comprender la función del Estado en el capitalismo actual.

Como si se tratase de un coro de fantasmas, usted está viendo el video Perestroika Songspiel del colectivo ruso Chto Delat (¿Qué Hacer?). La obra aborda un episodio clave durante el inicio de la Perestroika en la Unión Soviética. La trama de la película se desarrolla el 21 de agosto de 1991, tras la victoria popular sobre el Golpe de Estado “restauracionista”. El film está estructurado como una antigua tragedia: dividida en un coro y un grupo de cinco héroes. Los personajes son estereotipos sociales generados durante la época de la transición, cada uno de ellos con una visión particular de su rol en la historia: un demócrata, un hombre de negocios, un revolucionario, un nacionalista y una feminista. Todos actúan y sueñan, analizan sus propias acciones, su lugar en la sociedad y su visión del devenir político del país. El coro es la encarnación de la opinión pública que realiza juicios morales sobre los héroes y prevé su futuro, como si se estuviera observando dicho proceso desde el presente.

En la actualidad la sociedad rusa se encuentra en un panorama político e institucional muy particular, que difiere del modelo socialdemócrata idealizado durante la Perestroika: el sueño neoliberal de un país abierto, regido por paradigmas “estandarizados” en lo social, político y cultural, basados en modelos europeos o globalizados. Pero en lugar de la prometida modernización liberal de Rusia, las consecuencias reales de dichas políticas se pueden evidenciar en la atomización y fragmentación de la sociedad post-socialista, y el renacimiento de la violencia como parte de un aparato de Estado represivo que se instala fuertemente a partir del 2000. Sin embargo, este nuevo Estado autoritario, supuestamente alejado del fantasma del Estalinismo, promueve el programa neoliberal de privatización e ingreso de capitales financieros trasnacionales. Mientras tanto, surge un nuevo estrato social que potencia el resentimiento y el ánimo nacionalista entre la población empobrecida, provocando el resurgimiento de ideologías neoconservadoras.

Un momento complejo marcado por la crisis de representación incluso en la llamadas “políticas de la memoria” que oscilan entre la negación total de la modernidad Soviética y su reevaluación crítica. A partir de este análisis, utilizamos esta obra para intentar repensar el momento actual como un presente global “post-transición” con la elaboración de una perspectiva comparativa, entre las consecuencias de la Perestroika, y las experiencias sufridas durante los ´90 en la Argentina durante el auge del capitalismo Neoliberal, momentos paralelos de transición en circunstancias históricas diferentes.

Video: http://vimeo.com/18563431

No muy lejos, dentro del antiguo bloque rojo, se funda NSK, Un Estado en el Tiempo. Durante el proceso de disolución de la ex Yugoslavia, la federación se desmembraba y cada pequeño pueblo pugnaba por su independencia y autodeterminación como estado-nación. Yugoslavia estaba compuesto por seis Repúblicas Socialistas y dos provincias autónomas: Bosnia y Herzegovina, de Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia (que incluía las provincias autónomas de Vojvodina y Kosovo y Metohija). A partir de 1991, la República Socialista Federativa se desintegró a causa de las Guerras Yugoslavas que siguieron a la división de la mayoría de las entidades constitutivas del país. En pocos años y como un laboratorio de guerra cada país luchaba por constituirse, delimitando sus propias fronteras culturales y étnicas, apelando a un nacionalismo que condujo a las llamadas Guerras de los Balcanes, generando una serie de masacres y genocidios. La salida del régimen soviético, con la consecuente disolución parcial o total del aparato estatal y el ingreso del capitalismo financiero prostituyeron profundamente los antiguos beneficios sociales del los tiempos del socialismo comandado por el Mariscal Tito. Las nuevas medidas de flexibilidad económica afectaron profundamente a la clase media y baja de casi todos los nuevos países de la región balcánica sumiéndolos en permanentes devaluaciones y tensiones de las fuerzas armadas.

Aquel momento de descomposición social fue el caldo de cultivo para una nueva generación de jóvenes artistas. El “estado” NSK fue fundado en el año 1984 por los miembros de la “Neue Slowenische Kunst – Nuevo Arte Esloveno” movimiento artístico Esloveno, compuesto por una multitud de artistas y animado principalmente por el grupo de música y performance Laibach y el grupo de artistas visuales IRWIN. “NSK está formado por un estado auto determinado, donde sus límites y fronteras no se encuentran en un espacio, sino que se encuentran en el tiempo”.

En el contexto de una Eslovenia recién fundada, ellos lograron convencer a la casa matriz de imprimir sus propios pasaportes aludiendo que “el arte es el fanatismo que obliga a diplomacia”. Los mismos han sido distribuidos, y en la actualidad hay más de 5.000 ciudadanos de NSK alrededor del mundo. Este proyecto comandado por los IRWIN ha sido una de sus propuestas más controversiales, ya que desde su primera emisión, se reportaron cientos casos de ingresos por fronteras de la unión europea de supuestos indocumentados que se presentaban indicando su nacionalidad como ciudadanos de aquel estado en el tiempo. Como parte del archivo, aquí se exhiben dos pasaportes originales emitidos por la embajada NSK de Taipéi, Taiwán en el año 2008.

Ahora retomamos el viaje para revisitar aquellos estados sin estado, intentando encontrar aquel camino incierto que nos conduzca hacia aquel país de maravillas, y así, de repente llegamos a Palestina. Antes de descubrir que era artista, Khaled Jarrar, era soldado y formaba parte de la guardia de escolta de Yasir Arafat. Hasta que tiempo después de la muerte del líder Palestino, él cambió de ocupación e ingreso a la -recientemente fundada- Academia Internacional de Arte Palestina, con sede en la ciudad cisjordana de Ramala. Allí comenzó su incursión por los territorios minados del arte contemporáneo, para transitar con sus obras los senderos que conducen a los check-points culturales. State of Palestine (Estado Palestino) su último proyecto, se inició el pasado verano y consiste en la creación de toda una artillería simbólica vinculada a los elementos constitutivos de la representación de un estado: performances nómadas que consisten en la estampación de pasaportes con un “sello de migraciones”, creado por Khaled, para señalar el ingreso-egreso al territorio palestino. Ediciones de estampillas de “correos nacionales” que representan la aún oficialmente inexistente, nación palestina. Y hasta una serie de merchandising postales, bolsos, e incluso camisetas con el logo Estado Palestino. Su video, Docile Soldier (Soldado Dócil, 35min, 2011) donde se evidencian las relaciones de poder entre el fotógrafo (en este caso, el propio Karrar) personificado como un oficial que guía el procedimiento de sus subordinados, haciéndolos pasar al frente uno por uno y posar para un retrato-escrache.

En la misma sala, y divididos por un muro, se encuentra la proyección de la artista israelí Yael Bartana, miembro del colectivo polaco Krytyka Polityczna (crítica política). Ella junto a otros colegas, iniciaron en 2007 un proyecto para “promover el regreso de 3.300.000 judíos a Polonia con el objeto de reconstruir la comunidad judía desaparecida”. Así fundó el Movimiento de Renacimiento Judío en Polonia (JRMIP). El movimiento está compuesto por trabajadores, artistas e intelectuales que consideran que tanto Europa, como Israel o Polonia han de ser repensadas, una reflexión acerca del rol de los nacionalismos que surgen, incluso como elementos formadores de identidad y las paradojas de la llamada “reparación histórica”. En las bases de su primer manifiesto que apunta la responsabilidad social por las víctimas del genocidio, se esconde una profunda crítica hacia la conciencia de gran parte de la ciudadanía europea en un tiempo de resurgimiento y crecimiento del neo fascismo. Su video Mur i wieza (Muro y Torre, 13 minutos 2009), que junto a Mary Koszmary, 2007 y Zamach, 2011 componen una trilogía, constituyen una suerte de plataforma conceptual que pone en debate los efectos de la diáspora y la consecuente creación del Estado Israel. Muro y Torre documenta el momento en que se hace el llamado “al retorno” y una serie de personajes emigran y emprenden colectivamente una construcción que aparenta ser una torre pero concluye nuevamente en un campo de reclusión. Yael y Khaled presentan actualmente sus obras en la 7 Bienal de Berlín de 2012 curada conjuntamente por el artista polaco Artur Zmijewski, Joanna Warsza, y el grupo Ruso, Voina.

Video: http://www.youtube.com/watch?v=6K87BLgJ0WY

Las Banderas son los más evidentes símbolos de representación identitaria. Ya sea en la política, el deporte o por disputas territoriales, las banderas se hacen presentes para incluirnos o excluirnos de determinada corriente ideológica, club o sentimiento nacional. En esta muestra hay muchas de ellas. Con ese mismo título, Las Banderas, se presenta la instalación de Eduardo Molinari especialmente realizada para la exposición. En su práctica autodenominada como Archivo Caminante, el artista hace de su transitar cotidiano un recurso de creatividad para su agudo sentido analítico. Recoge, reúne y colecciona imágenes de documentos históricos y contemporáneos que encuentra a su paso y los devuelve reconvertidos en objetos e instalaciones. Quizás, con este nuevo proyecto, Eduardo enfatiza sobre dos puntos centrales de su obra como relato político: por un lado, la imagen inicial surge de un recuerdo de infancia junto a su padre en la caminata-manifestación a la espera del regreso de Perón. En la marcha por un camino incierto, plagado de banderas e insignias amontonadas, Eduardo recogió un afiche. Especie de bandera borrosa y gastada, intervenida por distintas manos y tendencias en un mismo trozo de papel. Aquel preciado objeto, que aún conserva como parte de su archivo caminante, fue el disparador de este nuevo proyecto que incorpora elementos de la propia ESMA (cajones) para utilizarlos como contenedores de distintas memorias y dotarlos de una nueva significación. Cada modulo de la intervención está acompañado por su propio relato visual mediante fotografías, graficas, textos y otros documentos. Como el destello que produce de la fusión cósmica de dos universos paralelos, la estrella roja y la estrella federal cohesionan y se yuxtaponen sobre la trama de fondo que compone su instalación.

Más banderas. Desde hace unos años Yaya Firpo viene trabajando sobre su serie Fronteras, en la cual utiliza distintos procedimientos de fragmentación, recorte y recolocación con los cuales desarma y reconstruye mapas. De esta manera, con pedacitos de Europa construye África y con Asia desdibuja América, las fronteras se desplazan. Durante algunas conversaciones, Yaya nos mostró algunos de sus trabajos con banderas descosidas, recortadas y vueltas a componer.          Esa misma descomposición y recomposición funciona como metáfora de la estandarización generalizada de la globalización  y la explotación del turismo cultural como recurso. Como el telón de fondo para esta gran puesta en escena, la obra de Firpo toma la forma de una bandera gigante, compuesta por la combinación de decenas de banderas. Si levantamos un poco la vista y observamos hacia arriba podemos intentar descubrir quien está arriba de quien, o que país ocupa más espacio; hasta confundirnos y perdernos entre los colores y las formas, para olvidar por un instante que representan estados, escudos y naciones.

Afuera del vallado que divide la humanidad en dos, hay un oráculo. Sebastián Díaz Morales a traviesa el espejo y arma un rompecabezas, en donde cada fragmento tiene algo para decir. Es a partir de esa fragmentación de las imágenes, en donde aparece nuevamente el Oráculo (video instalación, 12 min), dando pie a la pregunta o la respuesta desde donde se podrían producir interpretaciones nuevas de una realidad común. La poética sus imágenes van explorando de manera elíptica al futuro indescifrable y universal, rompiendo la temporalidad y territorialidad dada.

El video se realizó mediante de la unión de las imágenes que Sebastián registró en sus viajes por diferentes partes del mundo y conservó durante diez años entre sus archivos. En tiempos y lugares distantes, el ojo-cámara atraviesa en una misma línea de tiempo, una percepción de la humanidad sin parcelas.

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